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Nuevo Mundo

Fetiches de belleza

El estereotipo femenino de la eterna musa en las revistas ilustradas españolas

Natalia Alonso Arduengo


Ese mal infinito del que crees ser tan docta, ¿nunca te ha hecho temblar, espantada, pensando que la vida, que es grande en designios ocultos, te utiliza, oh mujer, del pecado la reina, animal vil, al cabo… para dar vida a un genio?

Charles Baudelaire, Las Flores del Mal

La iconografía femenina en la cultura figurativa occidental ha sido construida desde un punto de vista exclusivamente patriarcal. La mujer, reducida a objeto ornamental y considerada como territorio sexual a conquistar, no existía independientemente de la mirada masculina.

En Nuevo Mundo la artista Cristina Toledo presenta una serie de reproducciones pictóricas de portadas de antiguas revistas ilustradas españolas que ejemplifican cómo la identidad femenina dependía de su cotización erótica. Cada lienzo, como cada portada, retrata a mujer vestida a la moda del momento. Pero, más allá de la estética de la indumentaria, cada fémina cumple con los cánones de belleza de su época presentándose atractivas y seductoras ante la mirada del espectador-voyeur o posible comprador de la revista sobre el cual actúan a la manera de reclamo.

Mlle. Requena, La Argentina, Mlle. Besnard, Fifi Morano, Elennuccia Liona o Paquita Escribano son los nombres de algunas de ellas. Otras, simplemente figuran como anónimas o desconocidas. Ni siquiera tienen nombre propio porque, realmente, no lo necesitan para cumplir su función de “chicas de portada” sentenciadas a ejercer un rol pasivo y nunca creador. Muchas de ellas eran actrices o cantantes destacadas en su profesión. Pero eso no importa. No es ese tipo de valía lo que las ha situado en la primera plana de estas revistas sino su poder erotizante para el género masculino. Aquí su físico es su propio espectáculo, no sus dotes para la canción o la actuación. Ejercen de meros elementos decorativos generadores de deseo para el hombre y, al mismo tiempo, funcionan como representaciones coercitivas para las propias mujeres presionadas a valorarse en función de esa mirada varonil y deseando llegar a ser tan atrayentes como los iconos observados.

Cristina Toledo parte en este trabajo pictórico de revistas como Nuevo Mundo (1894-1933), Mundo Gráfico (1911-1988) o La Actualidad Española (1952-1979) que contenían información general, crónicas de actualidad política y cultural, viñetas humorísticas, artículos deportivos, narraciones breves y anuncios publicitarios. Los contenidos estaban elaborados por y para hombres. En primer lugar, y teniendo en cuenta los datos que aportan los estudios de historia de las mujeres en España, porque hacia el año 1900 la cifra de mujeres analfabetas superaba el setenta por ciento de la población. Y, aunque ésta se fue reduciendo progresivamente, en 1930 los índices aún se situaban en el cincuenta por ciento. Bien es cierto que España era todavía un país con unas tasas de analfabetismo general situadas muy por encima de las medias europeas, pero también es cierto que esta lacra se cebaba especialmente con el sector femenino. Por ello, la presencia de las mujeres en las revistas de la época se reducía a su aparición en los anuncios publicitarios y en las portadas bajo el estereotipo del “ángel del hogar” frente a la “Eva tentadora” representante de la caída del hombre en el pecado original. Esta era la dialéctica que englobada la realidad social de las mujeres de las primeras décadas del siglo XX español. Amparo Serrano de Haro en el libro Mujeres en el arte. Espejo y realidad sentencia al referirse a esta dicotomía: “Con el poder de convertir a la mujer en el objeto de su mirada, el hombre ha inventado a la mujer y, por lo tanto, una feminidad que es la imagen de sus deseos y también de sus temores. En la dualidad prototípica de la cultura occidental, las mujeres han sido Eva y María, santas y putas, brujas y niñas, cortesanas y aldeanas, diosas y esclavas…”.

Así, los anuncios publicitarios que las revistas contenían en su interior estaban reservados a la mujer en su papel de “ángel del hogar”, dedicada al cuidado del esposo, a la crianza de los hijos y a las tareas domésticas. Por ello los productos ofertados oscilaban entre artículos cosméticos y de perfumería con el objetivo de estar bellas y seducir a los hombres y, por otro lado, presentaban aspiradoras y electrodomésticos varios destinados a lograr un ama de casa más profesional.

El contrapunto iconográfico se sitúa en las portadas funcionando como llamada de atracción y en ello se centra este trabajo de Cristina Toledo. La Eva (también Judith, Salomé, Lucrecia, Lilith… el imaginario parece casi infinito), o la femme fatale baudeleriana tan del gusto del simbolismo y del decadentismo finisecular, se ofrecía seductora y sensual al público varonil de la revista. Pero ahora esta mujer fatídica deviene terrenal y se despoja del disfraz bíblico o mitológico para encarnarse en una mujer de carne y hueso. Son vamps del espectáculo, actrices y cantantes que han sido despojadas por el sistema patriarcal de su consideración de artistas para ser recluidas a la función de modelos.

Algunas de estas “chicas de portada” reflejan los estereotipos de la mujer española, con una indumentaria compuesta por mantillas, manolas, peinetas y mantones de flores. Es la mujer morena y exótica que tanto gustaba al viajero romántico. Exhibidas en diferentes poses miran al espectador, provocan, dejan ver escote u hombros, insinúan su voluptuoso cuerpo. Actúan, en definitiva, como señuelo. Otras, no se muestran tan descaradas y, siguiendo la estética del modernismo catalán de Ramón Casas, se presentan melancólicas y lánguidas con sombreros decorados por plumas al estilo de la Belle Époque.

Ya sea bajo uno u otro prototipo de mujer, la intención de Cristina Toledo es poner de relevancia cómo las portadas de estas antiguas revistas ilustradas españolas contribuyeron a la consolidación y difusión de un estereotipo femenino consagrado al papel de eterna musa.

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